En otra consagratoria actuación, el favorito Niño Guapo ($ 1.90) se adjudicó el Gran Premio Nacional-G1 (2500 mts., 3yo), dando vuelta con esfuerzo en el desenlace un resultado que del salto a los 300 finales parecía sonreírle al bravo El Musical, siempre impresionando bastante mejor a la visual.
Pero a la hora de los gritos, buscado una y otra vez por William Pereyra, el zaino de la caballeriza Garabo, con esa particular manera agachadita y esforzada de moverse, arrancó para ganar, quebró y pasó de largo pese al evidente sesgo de su rival –recordó a la tarde del Jockey Club-, poniéndose cómodo en la cuadra ulterior para tirarle 4 cuerpos a El Musical. Más atrás, el parejo avance de Billion para tercerear a 2½ del escolta, con 3 muebles hasta el tordillo Súper Cocktail y ¾ más a Keino.
El pampeano Espíritu Corajudo marcó el camino de las jaulas a los 1110 y desapareció. El Musical, que venía esperando cuándo pasarlo, chapó la canasta por los 900, pisó la recta dorada en ganancia, y su mirada calibrada por Juan Cruz Villagra apuntó al disco con amenaza de hipnotizarlo, porque los avances internos de Billion y Súper Cocktail no lo inquietaban. Y lo dicho, Niño Guapo ya sentía la fusta a la altura los 700, al punto de parecer destinado a falta de dos furlongs a la medalla de plata, o al deseo posible de una conquista por el carril exterior con visos de hazaña. Y aprovechando la merma de su principal oponente, el pupilo del binomio Pellegatta-Saldivia la concretó, exigido casi toda la vuelta en su cuarto halago sobre 7 escarceos. Sin embargo, de los 100 al espejo disfrutó la gloria de haber ingresado en la historia grande, como ese alpinista que sonríe al hacer cumbre luego de sortear una empinadísima cuesta.
Los aplausos de la numerosa afición reconocieron el costo de la epopeya, y éste le endilga un valor agregado al descendiente de Catcher in The Rye (IRE) (Danehill) y Burg Aniñada, por Johannesburg (USA), originario del Haras El Chañar.
El Musical mantuvo la regularidad en el máximo nivel, perdió corriendo en todas partes, y es uno de los eximios potrillos del pentagrama generacional. El monarca se llama Niño Guapo, y en el sendero de la stamina, donde reposan los pilares del elevage universal, cosechó su fruto privilegiado.

Pablo F. Gallo