El otro día, tomando un café con amigos del turf, algunos de ellos son sabios en el tema turf, una simple conversación derivó en una feroz discusión con posturas intelectuales muy marcadas y controvertidas, alguien me dijo que lo mío era una obsesión con el señor Tony B, obviamente les respondí que no y ahí comenzó la contienda intelectual, obviamente voy a contar lo más relevante según mi humilde parecer.
El mundo del turf es muy chiquito, todo el mundo se conoce, a pesar de esto los dirigentes cometen terribles injusticias y todos se dan cuenta pero muchos callan y se convierten en cómplices, por ejemplo decir que Palermo es un hipódromo seguro, es decir una verdad parcial, si bien la pista parece segura, pero es en la que hay más accidentes y encima estos no tienen trazabilidad por ende es dable sospechar que si no se estudian jamás podrán prevenirse.
Los caballos y los jockeys son los que le ponen el cuerpo al espectáculo del turf, los SPC son frágiles atletas de cristal que deben ser cuidados entre algodones y revisados a fondo en cada competencia, ya que si ellos se accidentan lo sufren los jockeys (Héctor Rivero, por ejemplo), el servicio veterinario debe ser de comprobada calidad y eficiencia.
Los Jockeys son los profesionales más arriesgados, a todos nos consta que no comen bien, que trabajan mucho, que además sufren presiones de todo tipo y encima se juegan su integridad física en cada carrera y para peor no tienen un amparo jurídico que vele por su salud y su protección laboral (Ver Altair Domingo), por eso merecen ser protegidos en un marco de seguridad integral.
Por eso es absolutamente necesario mejorar el confort y la seguridad de los jockeys, hay que arreglar el sauna, hay que cambiar la empalizada por otra más segura, hay que erradicar las nutrias y hay que buscar la manera de tener un seguro más eficaz y tratar de estudiar los accidentes porque algunos se pueden evitar y eso no es contra del señor Tony B, sino en favor de los jockeys y jocketas, así de simple.

Hugo César Rojas Tanquia